Tras una jornada de prospección con mucho calor y con una previsión idéntica para el día de hoy y sin mucho tiempo para trabajar, decidimos que la mejor idea será realizar trabajos pendientes de topografía en esta cueva cercana al coche.
Nos adentramos en sus laberínticos pasajes y tras realizar una revisión previa de ellos, y localizar tanto las uniones como diversas continuaciones de estos, nos ponemos manos a la obra.
Los pasos no son especialmente estrechos, pero los continuos giros hacen que las tiradas de poligonales sean continuas y no precisamente cómodas.
Tras una jornada de aproximadamente 4 horas se finaliza la topografía de este sector ya conocido de la cueva, que poco a poco no deja de crecer y de mostrarnos su laberíntica y entretejida red de galerías, la cuál se seguirá estudiando y explorando en el futuro.
Prospecciones exteriores.
Con una gran motivación y esperanza nos preparamos para realizar una salida de prospección en una “zona blanca” cercana al barranco de Bustablado. Muchos metros de cuerda, anclajes y demás material necesario, ocupan nuestros enormes petates, que junto a un sol abrasador harán del día de hoy una jornada más que extenuante. Emprendemos nuestro camino por la senda que sube en dirección al puerto de los Machucos y una vez alcanzada una cota de altitud interesante comienza la búsqueda.
Dejamos nuestros enormes petates para movernos con mayor facilidad y pronto encontramos la primera torca con alguna posibilidad. Mientras uno comienza su instalación, el otro continúa la búsqueda. Una, dos y hasta tres cuevas con diferentes señalizaciones aparecen cercanas a la primera torca mencionada y en el momento del reecuentro, vemos que la primera torca también estaba ya marcada. Conclusión, esta zona está ya muy mirada, por lo que decidimos acercarnos mas hacia el barranco de Bustablado y continuar allí los trabajos de prospección.
El terreno en esta nueva zona es bastante más comprometido. Grandes, profundos y afilados lapiaces no permiten el más mínimos error y pese a nuestros esfuerzos los resultados no nos acompañan. En esta zona unicamente localizamos una posible torca, con corriente de aire, pero con una entrada demasiado estrecha para permitir el paso de una persona. Con nuestras ilusiones un poco mermadas, damos la actividad por finalizada.
No sin antes sufrir un tortuoso retorno entre hierbas altas, que casi nos cuestan un par de disgustos, al encontrar, ahora sí, y sin intención, dos agujeros ocultos y por suerte no tan grandes, como para que nos colásemos dentro.
Una vez en el coche, sacamos conclusiones:
- Quizás la “zona blanca” no esté tan poco trabajada como pensábamos, simplemente es “blanca” por la ausencia de torcas en esta zona, o por la dificultad de localizarlas.
- Pasear el material no tiene sentido. Mejor prospectar con el peso de un gps y posteriormente ir a tiro hecho con el petate a la espalda.
- Y por último y lo más importante, la vara en este territorio es indispensable.