Volvemos al gigante. En esta ocasión el grupo estará formado por Alba, Lore, Gabri y Cámara y quedaremos como es habitual en el camping de Lunada. Debido a un pequeño retraso debido al conocido tráfico de salida de Madrid, la salida se retrasa hasta las 9 de la noche, pero como ya sabemos, la zona a explorar se encuentra cercana al vivac y tampoco hay que madrugar tanto al día siguiente.
La aproximación en esta ocasión, se hace más dura de lo normal, el calor y la humedad de las ultimas semanas han hecho que la aproximación se convierta en una auténtica selva, lo que nos dificulta seguir el poco marcado camino, a través de los continuos rodeos de árboles caídos, que llega a esta cavidad.
Tras una buena sudada y algún que otro pequeño despiste, localizamos la entrada, nos cambiamos y ya estamos listos para colgarnos de nuevo de esta gran vertical.
La bajada se produjo sin ningún inconveniente, más allá de una muy ligera Lore, que tuvo sus más y sus menos, con una cuerda en no operación bikini, por la que bajó sudando sangre y no lagrimas, pero si más de un juramento.
Una vez en la base del pozo, nos dirigimos hacia el vivac, y Gabri ya nos dejó ver que tenía en mente para esta exploración, rebozarse en sitios pequeños y pasarlo en grande. Por eso, terminadas las gateras obligatorias para llegar al vivac decidió continuar otro poco por camino equivocado y salir rebozado de lodo. Y por eso tampoco tuvo problema alguno en bajarse unos hielos para que nos tomasemos unos ricos y fríos kalimotxos a la llegada al vivac Una vez reagrupados, continuamos el camino comentando alguna que otra anécdota y poco después, estamos ya sentados en nuestras cómodas esterillas y listos para cenar y meternos en los sacos.
Comienza el día, desayunamos y preparamos bien todo el material. Vamos con ilusión y muchos metros de cuerda y ni siquiera los dos despistes tontos en el camino nos quitaron una pizca ni de la una, con su consiguiente buen rollo, ni de la otra, con su respectivo cansancio añadido.
Una vez en el pozo en cuestión nos disponemos a modificar la anterior instalación.
Comienzo a descender en primer lugar, y mientras Gabri cambia la cuerda del primer tramo y realiza el dibujo topográfico, yo me encargo de cambiar el segundo tramo y de ir mejorando un tercero que se encontraba en estado un poco precario debido a la falta de cuerda de la anterior exploración.
Por detrás, Alba y Lore, que en esta ocasión se encargaran de ir realizando la poligonal.
Una vez en zona nueva, y como hacía referencia anteriormente, llegamos al sufrimiento. Ante nosotros un meandro infecto, desfondado, largo y con continuos giros que hicieron sacar de nosotros todo tipo de figuras contorsionadas y mas de un juramento. He de decir que no lo experimenté, pero lanzar la poligonal en este lugar tuvo que ser un suplicio.
Como dice el dicho, “todo esfuerzo tiene su recompensa” y cuando ya estaba a punto de sacar a Gabri de las orejas me dice que cree escuchar eco. Con un grito que casi lo deja sin oído, lo confirmamos y sin saber muy bien como adelanto a Gabri y me adentro en el meandro a toda la velocidad que el lugar permite, para llegar por fin a un ensanchamiento, sobre todo de la parte inferior, donde se abre un pozo de alrededor de 25m, que se deposita en lo que parece ser el lecho de cantos de un río.
Una pena, pero el tiempo se nos ha echado encima y toca volver con esa agridulce sensación de no saber que hay a continuación, pero saber que eso continua.
Repetimos el tortuoso meandro, remontamos los distintos tramos de pozos y tras un retorno, esta vez sin contratiempos, nos encontramos ya en el vivac con nuestro fresco refrigerio y listos para hacer la cena, hablar un poco y dejar todo ya preparado, para al día siguiente tener unicamente que desayunar y salir.
Participantes: Alba, Lore, Gabri y Cámara
Relato: Cámara
Fotos: archivo